Llamaradas surcan los prados
y las montañas de Chile,
abarcan los sembrados y las aldeas.
No tienen límites, sus lenguas voraces
llegan sigilosas hasta los poblados, destruyen,
dejan ruinas a su paso.
Llamaradas, malditos los que les dieron la existencia,
los que las liberaron de su sumisión y ahora
deambulan libres produciendo la muerte,
desamparo de todo ser viviente,
del bosque,
las cosechas.
Malditos los que las crearon, por algún motivo
egoísta y siniestro.
Chile se retuerce bajo las llamaradas de un infierno
producido por las manos del hombre,
seres despreciables, iracundos, deshumanizados,
a su paso sólo producen dolor,
mucho dolor y lágrimas,
mientras las llamas cubren la tierra,
y sus poblaciones arrasadas,
son consumidas por la ferocidad de
inadaptados.
No hay consuelo, no hay perdón ante la ignominia de unos
y la negligencia de otros.
Cerca se escucha el bramido de las llamas,
avanzan atizadas por pirómanos indolentes.
El humo, la niebla, no dejan respirar y los árboles caen
consumidos por la devastación,
desaparecen con un grito del
bosque, de los animales
y los humanos bajo tanta catástrofe.
Mañana quién sabe, los
malditos, si siguen sueltos,
producirán más muerte y ruina
en un país donde han sembrado llamaradas
de tristeza y desolación.
Andrea Faulkner Muy bueno Mamita. ❤️
ResponderEliminarmuchas gracias Andreíta, besitos
ResponderEliminarJosefa Esteve Mahiques espero que se terminen pronto los incendios , buenos días Marianela.
ResponderEliminargracias amiga Josefa, besitos.
ResponderEliminarCarlos Alberto Weber Ramírez NUESTROS CAMPOS ENROJECEN Y ARDEN DE IRA, ARRASANDO DESDE LA LIBÉLULA HASTA EL MÁS ROBUSTO ROBLE POR LA IGNOMINIA DEL HOMBRE EXPLOTADOR DEL HOMBRE.
ResponderEliminarasí es amigo, y todo consecuencia de la mano del hombre.
ResponderEliminarCecilia Margarita Vargas Retamal Desgraciadamente amiga, así es, solo desolación queda tras su paso. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias estimada Cecilia, hay que poner mano dura. Cariños.
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