Cuando se muere un poeta o una poetisa,
su alma se deshoja en letras peregrinas.
Abren sus alas y aletean un poco al sentirse libres,
miles de letras se prenden en los cables del
alumbrado
formando un bello pentagrama florido,
luego vuelan más lejos y caen convertidas en
lágrimas.
Cuando los poetas se comienzan a morir
se van poniendo invisibles, ya casi
nadie los ve,
por eso les hablan en susurros y les desean lo mejor.
Tácitamente, piensan en la otra vida,
aunque les falte un poco más para desaparecer
de este mundo.
Los poetas dejan sus pensamientos
llenos de metáforas, escondidos en sus
cuadernos,
algún día alguien los descubrirá con regocijo.
También esos poemas forman parte de las
nubes,
de la lluvia, se dejan llevar por el viento
y se prenden a los cabellos de un sauce
llorón,
así, al caer sobre el río serán parte
interesante de la corriente,
su canto y su ritmo.
No es verdad que bajo cada piedra se
encuentra a un poeta,
es solo, un decir, porque los poetas son
hechos
de polvo de estrellas, melancolía y demasiado amor,
ingredientes que deben macerarse unos cuantos
años
para que
salga un poeta de verdad.
Hay que esperar en noches de luna que ella
suspire hondo
y exhale ese único ingrediente de la mezcla
que le dará ese tinte mágico,
la
inspiración sublime, al recoger esas
letras escapadas
del alma de un poeta fallecido, darán el
final a la creación
de un nuevo poeta o poetiza.
Y se reconocerá entre muchos que aspiran a
ser poetas,
porque
viene con una marca en los ojos,
un lagar de ensueños navegando en su mente,
un puñado de letras dibujadas en sus dedos,
el cuaderno de los sentimientos asomado a los
labios
y ese deseo supremo de plasmar en cada hoja
la musicalidad del momento.
He aquí que ha nacido un poeta o una poetisa,
cuando el verso que circunnavega el pensamiento
se hace tangible y sublime
al impregnar
la página con su particular aroma.
Eleazar Funes Collao
ResponderEliminarLindo,
MUCHAS GRACIAS ELEAZAR.
ResponderEliminarMará Angélica
ResponderEliminarFeliz nacimiento querida poetisa.
jajajaja, gracias amiga Mará, ya estoy viejita para el nacimiento, jaja, mejor lo dejo para la otra vuelta. Besitos
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