Despierta la ciudad invencible
con sus trinos metálicos arrullando el alba.
Aves rascacielos bostezan volutas de insomnio
entre cirros y cúmulos celestes.
Un ruido en forma humana tapiza las húmedas veredas
y un agrio jugo de lágrimas remotas se aleja de negras
chimeneas.
La ciudad empecinada en un progreso repentino,
abre sus brazos poluídos a un crepúsculo humano
de tejidos mortuorios.
El aire tóxico se retuerce por las calles
en busca de
pulmones vírgenes que lo asilen.
Un retrato en sepia se abanica con un trozo de pretérito,
mejores épocas, son sólo un recuerdo en el álbum de la
vida.
La ciudad no
despierta, sumida en el pesado ajetreo del cauro,
se enrosca a la
altura de los edificios
y no los deja respirar.
La urbe asoma cada mañana
su cara constrictiva,
forzada a no perder el movimiento
aplanando las calles, da su enorme alarido
y como una maquinaria autónoma comienza
el movimiento, llevando y trayendo,
luces rojas frenan de improviso el mar humano,
el tránsito metálico queda petrificado
y luego,
luces amarillas, ponte listo,
de pronto luces verdes te indican, no pierdas el tiempo,
avanza, corre, suda, no te detengas.
La ciudad continúa
extendiendo sus tentáculos
arrasando el bosque, los cerros y los valles.
Nada la detiene, su lengua asfáltica zigzaguea
bajo el abrumante sol del medio día.
Y va cubriendo los parajes vírgenes,
con su sello inquisitivo, dejando sólo
un perfume de nostalgia a su avance.
La ciudad se enciende de neón
cuando el astro rey se esconde.
Un día artificial reina en las calles y plazoletas,
los anuncios compiten con
colores insospechados
y las avenidas se visten de luces sugiriendo
éste u otro producto.
Por eso,
parece dormida cuando el amanecer toca su arpa.
La ciudad bosteza sueños inconclusos
que se quedan escondidos en los huecos silenciosos
del crepúsculo.
Mariví Mariví Mariví
ResponderEliminarEncantador!!
gracias Mariví, cariños.
ResponderEliminarPauly Alejandra
ResponderEliminarTristemente real
Gracias amiga Pauly, besitos.
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