miércoles, 1 de febrero de 2023

CIUDAD SIN NOMBRE


 

Despierta la ciudad invencible

con sus trinos metálicos arrullando el alba.

Aves rascacielos bostezan volutas de insomnio

entre cirros y cúmulos celestes.

Un ruido en forma humana tapiza las húmedas  veredas

y un agrio jugo de lágrimas remotas se aleja de negras chimeneas.

 

La ciudad empecinada en un progreso repentino,

abre sus brazos poluídos a un crepúsculo humano

de tejidos mortuorios.

El aire tóxico se retuerce por las calles

en busca de  pulmones vírgenes que lo asilen.

 

Un retrato en sepia se abanica con un trozo de pretérito,

mejores épocas, son sólo un recuerdo en el álbum de la vida.

La  ciudad no despierta, sumida en el pesado ajetreo del cauro,

se enrosca  a la altura de los edificios

y no los deja respirar.

 

La urbe asoma cada mañana  su cara constrictiva,

forzada a no perder el movimiento

aplanando las calles, da su enorme alarido

y como una maquinaria autónoma comienza

el movimiento, llevando y trayendo,

luces rojas frenan de improviso el mar humano,

el tránsito metálico queda petrificado

y luego,  

luces amarillas, ponte listo,

de pronto luces verdes te indican, no pierdas el tiempo,

avanza, corre, suda, no te detengas.

 

La ciudad  continúa extendiendo sus tentáculos

arrasando el bosque, los cerros y los valles.

Nada la detiene, su lengua asfáltica zigzaguea

bajo el abrumante sol del medio día.

Y va cubriendo los parajes  vírgenes,

con su sello inquisitivo, dejando sólo

un perfume de nostalgia a su avance.

 

La ciudad se enciende de neón 

cuando el astro rey se esconde.

Un día artificial reina en las calles y plazoletas,

los anuncios compiten con  colores insospechados

y las avenidas se visten de luces sugiriendo

éste u otro producto.

Por eso,

parece dormida cuando el amanecer toca su arpa.

La ciudad bosteza sueños inconclusos

que se quedan escondidos en los huecos silenciosos

del crepúsculo.

 

 

4 comentarios: