Solitaria me deslizo cada noche por interminables calles. Te busco en los
oscuros rincones de la metrópolis, o en el desierto sobre la suavidad de las
dunas. Por siglos y siglos te he marcado el camino del regreso, señalando los
vericuetos más increíbles, así tu paso sea seguro y podamos encontrarnos.
Voy a través del océano dejando un perfilado sendero de noctilucas,
esquivando el trasatlántico imponente que navega bajo mi luminosidad, y la
danza de olas magníficas que salen a mi reflejo. Desciendo ilusionada cada
noche con la esperanza de hallarte, es un deseo que mantengo a pesar del tiempo
y del espacio entre los dos, no me canso de buscarte. He recorrido los
humedales, acariciado bandadas de pájaros dormidos, insectos que salen a
saludarme, tejen largos filamentos queriendo indicar la huella que has dejado.
Todo señala que nos acercamos. Presiento que tú también ansías encontrarme, por
eso dejas minúsculas sombras cuando vas devorando las planicies, bebiendo el
último sorbo de agua antes de llegar al océano.
Todo es como un juego, circunnavegamos el planeta pisándonos los talones,
besándonos en los vértices como amantes furtivos. Nos dejamos misivas que sólo
nosotros podemos descifrarlas, mensajes que se evaporan o se incineran a
primera vista.
Hemos estado tan cerca que se han rozado nuestros labios, y las caricias
dejan un rastro de primavera. Cerca del umbral del atardecer o precipitadamente
en las puertas del alba, trinan pájaros una inacabable bienvenida, y allí
estamos, buscándonos como dos adolescentes.
Muchas veces mis amigas las Pléyades, me han sugerido que te encuentre
durante el día, sin embargo eso sería fatal para nuestro idilio. Por eso,
seguimos coloreando el horizonte de púrpura, inventando círculos espectaculares
y arcoíris como ofrendas a un amor eterno a través del tiempo.
(De mi libro "Proséticas")
Jose Santana
ResponderEliminarSimplemente hermoso, mi bella niña Marianela
gracias amorcito corazón.
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