Sé
que me sigue, lo huelo en el aire, aunque me esconda bajo la sombra, él
atraviesa la niebla, separa el día de la noche, y borra la alegría de mis
labios.
Lo detesto, no lo soporto, he dado aviso a la policía y lo detengan
antes de que sea tarde, pero sigue ausente, no lo encuentran y temo que no
alcance a llegar a mi destino. A pesar de ello, yo lo presiento en cada
esquina, tras cada árbol, su mirada penetrante
hiere la tranquilidad de mi curso, y voy con
el grito a punto de estallar en mi boca.
Me sigue a como dé lugar, no se
cansa y yo me agoto, no puedo más. La gente me mira curiosa, tengo una actitud
de defensa, lo veo en las pupilas de otros, camuflado, indolente. Sé que espera
abandone la guardia y me confíe para
darme el zarpazo. Que cierre los ojos y me deje llevar por el descanso. No, eso
no será, aunque me sienta acorralada, debo estar atenta y darle lo que se
merece antes de que él termine conmigo.
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