domingo, 15 de abril de 2018

TEMPESTAD




Dicen que sale enloquecida cubierta de harapos y revuelve las crestas del mar. Sube a las embarcaciones casi ahogadas de tanta agua y las sacude como cáscaras de nueces empujándolas hacia las fauces abiertas del océano. Dicen que la siguen fieles como bestias los truenos y encolerizados relámpagos que rompen el cristal del cielo y rugen que dan escalofríos. Siempre furiosa del hombre y su descendencia, lo amenaza y lo sumerge en la oscuridad por su demencia destructiva en contra del planeta.
Arrecia sorpresiva quebrando metáforas aun en su capullo. Derriba los nidos y sus inocentes habitantes. Deambula sobre las olas enfurecida y las derriba frente a la playa, mientras la costanera se parapeta en el deseo de que todo pase y vuelva la calma. Es ella, la tempestad que se hunde en el océano para salir de nuevo llena de energía y azotar el litoral, dejando profundas cicatrices en las desiertas playas y caletas hambrientas de peces. Es una forma de desquite, la lujuria de sentirse poderosa de producir dolor y desamparo.
Dicen que no se puede contener, es libre de vagar como una reina exhalando un profundo desconsuelo por pérdidas irremediables. Dicen que ya cansada de tanta devastación y de haber consumido en su vientre hombres y toda clase de embarcaciones se recoge sumisa a disfrutar de  sus tesoros en algún rincón del océano.






domingo, 1 de abril de 2018

RECUERDOS




Recuerdos, suave polvillo de memorias
caen sobre el calendario deshojado,
sólo tu nombre yace indeleble señalando tu pertenencia
en la primera  hoja del cuaderno.
La brisa pasa revolviendo los cabellos de las ortigas,
acaricia los delicados pétalos de la madre selva
y busca tal vez, entre las ajadas páginas de tu diario
aquel pensamiento oculto deshecho en llanto.

La sábana de la primavera navega
sobre el jardín florido, las amapolas abren sus pétalos
cuando pronuncio tu nombre,
y se sonrojan al primer suspiro.
Existe en el aire un leve soplo de nostalgia,
acompaña el zumbar de las abejas
empecinadas en libar el néctar del abandono.

Vuelan invisibles pequeñas hadas,  dejando un aroma
inolvidable de recuerdos
y  gnomos asoman sus empinados
sombreritos  por sobre los alelíes,
en busca de alguna  sílaba  perdida entre los helechos
y así completar el poema.
Y mientras camino por el senderito,
tu nombre estalla en una rosa, abre sus brazos
sonrojados, titilando por escapar hacia mis labios.
Me conmueve la sutileza de los pétalos arrancados
en un afán de atraer mi paso hacia una evocación,
una, recostada entre reminiscencias y olvidos.

Las hojas de tu diario se esparcen por el jardín
como si fueran polen, y los insectos
atraídos por su fragancia las llevan de flor en flor,
dejan pequeñas metáforas endulzadas de memorias
para la eternidad de un recuerdo.