Dicen
que sale enloquecida cubierta de harapos y revuelve las crestas del mar. Sube a
las embarcaciones casi ahogadas de tanta agua y las sacude como cáscaras de
nueces empujándolas hacia las fauces abiertas del océano. Dicen que la siguen
fieles como bestias los truenos y encolerizados relámpagos que rompen el
cristal del cielo y rugen que dan escalofríos. Siempre furiosa del hombre y su
descendencia, lo amenaza y lo sumerge en la oscuridad por su demencia
destructiva en contra del planeta.
Arrecia sorpresiva quebrando metáforas aun en su capullo. Derriba los
nidos y sus inocentes habitantes. Deambula sobre las olas enfurecida y las
derriba frente a la playa, mientras la costanera se parapeta en el deseo de que
todo pase y vuelva la calma. Es ella, la tempestad que se hunde en el océano
para salir de nuevo llena de energía y azotar el litoral, dejando profundas
cicatrices en las desiertas playas y caletas hambrientas de peces. Es una forma
de desquite, la lujuria de sentirse poderosa de producir dolor y desamparo.
Dicen que no se puede contener, es libre de vagar como una reina
exhalando un profundo desconsuelo por pérdidas irremediables. Dicen que ya
cansada de tanta devastación y de haber consumido en su vientre hombres y toda clase
de embarcaciones se recoge sumisa a disfrutar de sus tesoros en algún rincón del océano.
Miguel GGalicia Bello texto!
ResponderEliminarmuchas gracias estimado Miguel.
ResponderEliminarMa Refugio Valencia Sanchez Me gustó la narrativa, me hizo imaginar cada uno de los pasos... Felicidades.
ResponderEliminargracias estimada Ma Refugio, encantada que te haya gustado el texto.
ResponderEliminarMaruchi Curbeira Palomo Versos tan fuertes como la tempestad, me gustan.
ResponderEliminargracias amiga Maruchi, besitos de Marianela.
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