lunes, 1 de abril de 2019

SEQUÍA



Era un paraje tan seco (parecido a Petorca), tan reseco que por las grietas del camino la boca de la tierra pedía agua. Las palomas caían de los árboles convertidas en plumeros descuidados. Y los animales bailaban la fatal danza de la muerte hasta convertirse en polvo.
La mayoría de los animales salvajes se había ido en busca del agua que escaseaba como nunca, pues las  napas acuíferas se secaron definitivamente, y  sin ese elemento importante, o te morías de sed o te alejabas lo más lejos posible  de aquel desierto otrora exuberante de verde. Pero, ¿qué había pasado para llegar a ese estado lamentable? Simplemente alguien había absorbido el precioso elemento para regar su inmensa plantación de paltos, entonces, sin pedirle permiso a nadie, secó primero el lago y luego se apropió de las napas más profundas, lo que produjo una sequía extrema en donde habitaban los campesinos y  por supuesto  también los animales salvajes incluyendo las aves.
La gente del poblado no sabía a qué atribuir la escasez del agua, pensaban que  como no había llovido por mucho tiempo, el agua del lago se estaba evaporando de manera muy rápida, Sin embargo, esa no era  la respuesta, al comprobar que los campos de paltos estaba verdes y  sanos, pero más allá de su cercado, todo era una lamentación por una gota de Agua.
Los gobernantes al comienzo hacían oídos sordos pues no les convenía hacer una investigación, los empresarios mantenían una jugosa ganancia vendiendo paltas al Medio Oriente y Europa, y eran sus amigotes.
Pero los campesinos se enteraron del arreglín y comenzaron a protestar, entonces para callarles la boca les llevaron Agua en  pipas. Todos los días llegaban los camiones con el elemental líquido, pero igual la gente se quejaba, pues apenas les alcanzaba para sus tareas más importantes,  sus animales y plantas morían de sed sin remedio en una lenta agonía.
Luego  los campesinos descubrieron que los empresarios guardaban el Agua en enormes embalses en sus propiedades y para regar  sus plantaciones que demandaban mucho líquido, la palta es sedienta en demasía. Además que tenían agua en sus albercas para refrescarse del calor, mientras a pocos metros de sus alambradas toda la foresta  se moría de sed y hasta los  zopilotes yacían extenuados en el polvoroso camino.
La sequia continuaba su curso destructor, el sol  azotaba como nunca sin la sombra de los árboles que permanecían secos, expuestos al recalentamiento de la tierra. Los pobladores, protestaban todos los días, sacaban fotos de las plantaciones de paltos y sus  piscinas en donde almacenaban  el agua. Trajeron  a los periodistas, ellos y sus drones, los que mostraban lugares ocultos, en donde sacaban el agua de las napas acuíferas dejando todo el valle seco con  lágrimas invisibles en sus resecas mejillas.
Entonces sucedió lo que debería haberse hecho antes del conflicto, los inspectores  tomaron notas de este robo silencioso de los empresarios y les aplicaron fabulosas multas, pronto se tomaron las medidas pertinentes y el agua volvió a salir de las mohosas cañerías del pueblo, como un respiro a tan malévola actitud de los poderosos.
Claro que  la última parte de mi historia  todavía no se ha cumplido, es un deseo grande de los pobladores y de todo “el país del nunca jamás”.



2 comentarios:

  1. Cecilia Margarita Vargas Retamal Muy contingente el cuentito Marianela, muy real. Cariños de Alejandrina.

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  2. muchas gracias amiga Cecilia, besitos de Marianela.

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