He olvidado el ruido, se fue,
en su lugar nada, silencio sopla nostalgia.
Con el ventanal vacío los pasos
vuelan
por laberintos fantasmas
sin encontrar la anhelada salida.
A veces siento a mi corazón
anunciar su deceso con voz apagada,
pareciera esperar en su celda
el esbozo de un sonido y detener su
marcha.
Tic – tac su muda queja.
A veces busco en los espejos el
fragor del día,
pero una sombra se pasea y oscurece
mi pupila.
Cuanto más avanza la vigilia,
más se consume mi estadía.
Mi cuerpo se desintegra lento
junto a la lejana aurora.
Cierro los párpados
a la oscuridad que me acecha.
Silencio.
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