Los
caminos hacia la mina la Escondida cerca
de Antofagasta, son áridos y despoblados, un paisaje desolador pero como
Eduardo trabaja allí, ya se había acostumbrado a esa soledad. Ese día de regreso a su casa, y en un recodo del camino,
encontró una maleta que le llamó la atención, observó a su alrededor y
nada, ni un alma viviente. Qué raro se dijo,
seguro que se le olvidó a algún trabajador de la mina, se bajó y la
inspeccionó, habían algunas herramientas muy viejas y un carnet de identidad.
Pensó en dejarla allí, pero luego decidió llevarla y entregarla al día
siguiente al custodio de la mina, tal vez
él podría reconocer la fotografía del carnet y ubicar al dueño de
la maleta.
Al llegar a su domicilio, que era
una casa de tres pisos, en donde su hermano vivía con su familia en el primer
piso, Eduardo en el segundo piso, y en el tercero, tenían un gran salón con un gimnasio para hacer pesas
y otros ejercicios. Le contó a su hermano sobre el hallazgo de la maleta, Antonio la miró y frunció el seño, ¿de dónde sacaste esta
basura?, le increpó. La traje por ahora y la llevaré mañana a la mina, contestó el aludido. Aquí está el carnet para
identificar al dueño, agregó. Antonio miró el
carnet con desconfianza por lo sucio que estaba, y le pidió que sacara
esa maleta de su piso. Entonces Eduardo la subió al tercer piso y allí la dejó, guardándose el carnet en el
bolsillo.
Esa noche Eduardo sintió algunos ruidos en el piso superior, pero pensó que eran los gatos que andaban en
el tejado, y no les hiso caso.
Por la tarde, Antonio le preguntó
si ya había entregado esa maleta y Eduardo le confesó que se despertó tarde
y salió muy apurado de su departamento
ya que los gatos no lo habían dejado dormir bien. Mañana la llevaré, le
prometió. Esa noche Antonio sintió mucho ruido como si Eduardo estuviera
haciendo ejercicio en el piso superior, eso le llamó mucho la atención pues era
muy tarde. Pasó por el cuarto de Eduardo y este dormía plácidamente. Por
cierto, pensó que alguien se había metido a robar, tomó un bate de béisbol y subió al otro piso con precaución, prendió
todas las luces, revisó el piso completo pero no había nadie, y supuso que tal
vez el ruido venía de la calle o de la casa del lado, así que se fue a su departamento
tranquilo a dormir.
Al día siguiente Eduardo llegó a la mina y recordó la maleta que aún
estaba en su casa, pero tenía el carnet en su bolsillo y se lo mostró al
capataz a ver si él lo reconocía. El hombre lo miró varias veces y luego
exclamó, ahh, es Facundo, el barrenero que
murió en un accidente el año pasado. ¿Qué?, exclamó Eduardo, no me esté
leseando, ¿murió? Pero… yo encontré su
maleta con herramientas en la carretera y la tengo en mi casa. Como estaba sola en la
carretera, pensé que la había olvidado y se la iba a entregar. ¿Qué dice?,
inquirió el hombre persignándose, ¡no me diga que lo están penando!. Eduardo se lo quedó mirando perplejo, pero,
¿cómo llegó la maleta ahí? A lo mejor alguien la dejó a propósito, comentó el
capataz con cara de incrédulo, y luego exclamó:
¡ay hombre no me asuste!, deshágase de esa maleta porque usted lo está
invitando su casa. ¡Qué va!, yo no he
invitado a ningún fantasma, contestó Eduardo un poco molesto. Y se fue a su
trabajo muy contrariado.
Cuando llegó a casa, Antonio le preguntó si anoche había escuchado
ruidos de las pesas de ejercicio. ¿Qué?, no me digas, no oí nada, dormí como
tronco. Ah, te contaré que el tipo del carnet trabajó en la mina, pero falleció
el año pasado en un accidente. ¡No!, pero ¿cómo?... No sé, ¿cómo esa maleta
estaba sola en el camino? Es muy extraño, ¡a lo mejor la puso el fantasma!, bromeó
Eduardo. ¡Anda, no es una broma!, ¡saca esa maleta de mi casa¡ Ajá, lo mismo me
dijo el capataz, estaba súper asustado.
Esa noche volvieron los ruidos de
las pesas rodando por el piso, Eduardo se levantó y subió a comprobar qué
pasaba, y observó que todo estaba en orden. Entonces dijo en voz alta:”Ya po’
Facundo, yo no te invité a mi casa, mañana te llevo tu maleta y déjame dormir
ahora”. En ese momento subió Antonio y le preguntó, ¿oye con quién hablabas?
Ah, le estaba pidiendo a Facundo “que nos deje dormir”. Ya, no te preocupes,
mañana le entrego su maleta. Así lo hizo, dejó la maleta en el mismo sitio junto con el carnet. Cuando regresó por esa
carretera, la maleta había desaparecido. Y desde esa noche nunca más se
escucharon ruidos en el tercer piso.
Francisco Arancibia Alvarez La maleta del terror.Buen cuento.Gracias
ResponderEliminarSí fue algo real, saluditos
ResponderEliminarDanilo Salinas Alcayaga Muy bien genial.... Excelente cuento
ResponderEliminarGracias amigo Danilo, el norte tiene muchas historias, saluditos
ResponderEliminarSergio Jorquera Bravo!!El desierto de Atacama guarda muchos secretos y también maletas! 👍
ResponderEliminarasí es, y les pasó a ustedes,jejeje
ResponderEliminarRocío L'Amar siiiiiiiiiiiiii, me encantó. Ahora voy a dormir, jajajajajaaa
ResponderEliminarcomadre un caso real, ¡ya despierte!, estamos de día jijiji besitos.
ResponderEliminarMaruchi Curbeira Palomo Entretenido
ResponderEliminarsí entretenido y verdadero, jiji besitos
ResponderEliminarDavid Moreno ¡Gracias ,divina y bellisima Marianela!, eres un encanto.
ResponderEliminarGracias totales maravillosa Marianela, estoy preparándome y buscando, el instante adecuado, para disfrutar a cabalidad de tus cuentos. Un abrazo fraterno, amiga linda
ResponderEliminarmuchas gracias por tu comentario estimado amigo David, muy amable, cariños.
ResponderEliminarMará Angélica Para leer tus bellos cuentos hay que estar preparada para encontrarse con fantasmas, monstruos, extraterrestres y otros y después tratar de dormir. Ja ja. Muy bueno!
ResponderEliminarAy qué linda eres amiga Mará, lo importante es que los leas con entusiasmo y sorpresa, ya coloqué el de esta noche, ok gracias por tus comentarios, buenas noches, besitos.
ResponderEliminarJorge Etcheverry Arcaya muy bueno, aunque ando de maletas.
ResponderEliminarposible viaje jejeje, muchas gracias amigo Jorge, saluditos
ResponderEliminarAmelia Arellano Marianela Puebla abrazo preciosa y gracias por los cuentos.
ResponderEliminargracias a ti por los hermosos poemas que escribes, besitos.
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