Han
pasado muchos años y Caperucita ha
crecido. Ella es una buena
cazadora de codornices y como de costumbre
se levanta temprano para ir a cazar al bosque.
Como siempre se encuentra con el
lobo que anda renqueando de una pata y tiene un ojo con glaucoma.
-Hola Caperucita, ¿qué te trae tan
temprano al bosque, vas a casa de tu abuelita? Caperucita lo mira con ironía
y exclama que la abuela, hace tiempo
que está bien muerta.
-Ya veo que vas a salir con el mismo cuento, le reclama desafiante. Es
tiempo que te olvides de ese estúpido y mentiroso cuento, ¡despierta!
-¿Cómo que estúpido?, si fue en mis mejores tiempos de mozo, cuando,
cada vez que lo contaba, me engullía a
la nieta y a la abuela.
-Ya basta, pobre anciano tuerto, siempre tienes el mismo ridículo sueño,
la realidad es distinta, ¡hombre! Nunca te comiste a la abuela ni menos a la que a habla, recuerda que yo fui la que
te dejó tuerto y con la pata torcida por
sinvergüenza y descarado.
-Ah, oye mujer, no me gusta tu versión de los hechos, es más tierno
saber que me las comí a las dos.
-Como quieras, sigue con tu cuento y déjame pasar que se me escapan las codornices del almuerzo.
- Ah, está bien, pasa, pero ¿pudieras darme una para mi desayuno?
-Está bien, viejo lobo, y no digas que
no te ayudo, ¿podrías refrescar tu mente y reconocer que tu cuento ya está obsoleto?
-Oh, gracias, buena mujer, veré si puedo.
Pobre viejo tuerto, los niños y
niñas de hoy ya no creen en esos fantásticos cuentos, ahora ellos saben, cuando les están
mintiendo.
Jejejeje... Me encantó tu versión más actual... Un gran abrazote, amiga.
ResponderEliminarMuchas gracias amiga María Rosa, que bueno que te agradó, Besitos.
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