Me he perdido y me busco en los espejos rotos,
bajo los sauces salpicando llanto
junto al cristal del río,
tras una nube pasajera, dice adiós al crepúsculo
en tarde de invierno.
No he cesado de buscarme en los más inverosímiles
rincones,
junto al umbral del tiempo que llora
una tupida llovizna de ausencia.
Me he perdido irremediablemente
cuando la sombra de un pensamiento
me ha
cubierto con su ala.
Cuando pronunciaron la cruel palabra,
enmudeció mi risa,
oscureció mi sino y dio lugar a mi fuga.
Me he perdido cuando el niño de mi pecho
dejó de respirar
y se alejó con sus alas celestes entre los
arreboles,
dejando un camino vacío, sin final.
Me llamo y no contesto,
el viento silencia mi susurro y lo convierte
en tormenta,
mientras el otoño cubre con sus hojas muertas,
el cuerpo que no me pertenece.
Lo sé, me he perdido en su búsqueda
entre la bruma maliciosa de una condena
a vivir sin él, sin la
dulce voz de mi niño
recorriendo ya, otros senderos desconocidos.
Ahora la noche cae con pisadas silentes,
envuelve
mi sombra, acaricia mi llanto
y de verdad, no quiero encontrarme,
aunque mi voz salga lastimera, suplicante,
y me ofrezca miles de explicaciones
imaginarias,
un refugio en el olvido, un cántaro colmado de paciencia.
Siento perdido mi rastro
no hay huellas, sino un insondable y negro
laberinto
abismal sitio, habitación de la congoja,
solo me
consuela con brazos de duelo
y seca mis lágrimas sin ruido,
acallando mi
fallida búsqueda.
aseveración de la hablante lírica en el ámbito de la prosa poética que comparece, por supuesto, ante el trágico contenido emocional, pues es legítimo y razonable llorar las pérdidas humanas, la privación de la carne y sangre nuestra. Dicen que el poema no modifica el mundo, pero, yo agregaría, que lo con-mueve. FELICITACIONES, Ro
ResponderEliminarEstimada Comadre, muy amable con tu sabio comentario, interpretas con precisión el drama de mi poema, muchas gracias Ro, besitos de Marianela.
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