La desperté
temprano. No quería levantarse, pero cedió a mi insistencia, me dijo unas cuantas palabrotas, de esas que
usa cuando quiere deshacerse de mí. No le hice caso y continué con mi tarea de
desperezarla. Una ducha, le sugerí, un café, algo para comenzar de buenas formas
el día. Después de reclamar a voz en cuello, pude lograr mi cometido.
Por fin pudimos dejar la casa, teníamos una larga agenda que cumplir,
tareas que se fueron acumulando durante la semana y no cumplimos por sus malditos
malos hábitos. Todo iba bien en las dos primeras horas de traqueteo, de aquí
para allá cumpliendo esos mandados. De pronto sintió que tenía la boca
seca, un repentino deseo de algo. Dijo
que ya no podía aguantar más que me fuera a la China y otras yerbas, me mentó
la madre, el padre y hasta el hijo. Se volvió insoportable, pero yo seguí
insistiendo que tuviera fuerza de voluntad. Ya no escuchaba, sus ojos se
tornaron impredecibles, un afán de ir contra la corriente. Le rogué que no
tomara ese rumbo, sería fatal para ella. No escuchó, había un llamado en su
cerebro que me crispaba los oídos, todo
lo que le dije fue en vano. Sus pasos atrevidos devoraban la distancia, era el
llamado terrible del vicio que la absorbía por completo.
Cuando salió del sanatorio le dijeron que estaba limpia y que no debería
acercarse a las drogas. Pero ella cambió su postura, se impacientó y aunque le pedí que no fuera a
ese lugar tan peligroso, en el que debía
mucho dinero y la habían sentenciado, no
escuchó. Se introdujo en barrios de mala muerte y por fin halló el rastro del
Freddy. Golpeó con insistencia la desvencijada puerta, gritó todo lo que tenía
de ácido en su boca. Alguien abrió y de un sopetón la cogió de los cabellos
cerrando de un fuerte portazo. Gritos, llanto, improperios y zas, el sonido de
las balas.
Estoy fuera, huérfana, no tengo a donde ir, no soy nadie, no hay lugar para
mí. He perdido todo, no supe persuadirla,
fue más fuerte que yo: su conciencia.
Osvaldo Paez. Tus cuentos y poemas, hermosos. Saludos, Osvaldo
ResponderEliminarMuchas gracias Osvaldo, saludos de Marianela.
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ResponderEliminarJoaquina Sánchez Fernández Precioso!
gracias amiga Joaquina, besitos de Marianela.
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