No
puedo entrar
algo
se detiene ante mí.
Eso,
abre su boca abismo.
Es
una casa vacía
donde
el eco responde perdido por los cuartos.
Presiento
miles de ojos
encerrados
en las paredes,
Argos
observando al que viene y al que va.
Puertas
y ventanas
arrulladas
por memorias
que
vagan en busca del descanso.
No,
no puedo traspasar el umbral
el
vaho antiguo de un aliento
insiste
en acariciarme,
sus
palabras suspendidas
susurran
mensajes
escritos
en el fragor de encuentros.
Un
nombre asoma en mis labios
abre
sus alas mustias
se
aleja por extraño laberinto.
Tras
la ventana alguien me contempla
en
silencio,
sus
ojos abarcan mi figura.
Más
allá, en el fondo de su misterio
el
eco responde palabras ininteligibles
y
un sollozo queda titilando en el espacio.
No,
no entraré,
el frío y la soledad
azotan
mi rostro con nostalgias,
y
ahora habitan esta casa
que
fue tan nuestra...
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