Sus palabras azotan como látigos
hieren y marchitan el alma.
Celos cabalgan embravecidos
persiguiendo fantasmas del ayer.
Vivir encapsulado bajo las sombras,
en busca de enemigos clandestinos
sumidos entre
yesca e ignominia.
No hay lugar que le acomode,
no hay razón que tenga y satisfaga,
indecible a toda súplica, vacilante a nada nuevo.
Aprensión, camino tormentoso
invadido por nieblas grises,
ciegan el entendimiento.
Sin una muestra de confianza
la situación no encuentra su mejor acuerdo.
Una muralla de escrúpulos infundados invade
todo razonamiento entendible,
el recelo se hace dueño de la palabra,
golpea con sus dardos y temores.
Aprensión nacida del prejuicio,
hija siniestra del resabio, homicida del amor.
Quien la padezca como cruel enfermedad
debe luchar por destruirla de su mente
o vivir en una eterna pugna en dudas
con la realidad.
Beso salobre,
amapolas deshojadas por la furia del vendaval
de una mirada.
Tábanos a la espera de pies desnudos
atacando el insomnio
con pústulas infestadas de desconfianza:
eso es lo que eres aprensión,
digna hermana del
temor.
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