(arpillera)
Valparaíso, triste, mustio y frío,
con escaleras que
se sumen entre nubes lloronas.
¿A dónde van los barcos y su rugir de motores,
y el faro Punta Ángel ululando un tardío adiós?
Puerto gris, despiertas y la nostalgia de otros tiempos
llena tus calles y tus casas.
Estás allí proa a lo desconocido, anunciando que te vas,
elevando el ancla que te ata a los cerros,
siempre despidiéndote,
y sacudido de temblores te quedas sin zarpar,
con el gusto amargo de seguir atado a una cordillera,
sus manos
blancas te ruegan, no la
abandones.
Valparaíso, gris por la vaguada costera.
Gris de tantas memorias y ausencia,
oscurecido de lágrimas eternas que el minotauro cada
atardecer derrama sin cesar.
Valparaíso pañuelo
agitado por el cauro,
azotado de tormentas y de adioses.
Deja de anunciar la despedida,
deja te calmen las
gaviotas que con lastimeras voces,
te piden
recojas tus maletas
y te quedes para siempre junto al mar.
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