lunes, 15 de julio de 2019

MUNDOS PARALELOS




Despierto a veces con el sueño en los labios, mordiéndome como un quiltro fastidioso, quemando con su relato mudo, espejismo entre dos o varios mundos, un laberinto fantástico e inexplorado con tantos recovecos que escapan a mi cuenta. Trato de recordarlo y lo saboreo como gustaría mi taza de coffee-latte, espumante y caliente. Ah, qué deleite si ahora pudiera paladearlos al mismo tiempo. Las calles se dibujan en mi mente, suaves, con trazos separados, todo aparece envuelto en una tenue cortina de humo, la bruma fluye por las paredes y allí voy cruzando su puerta que se abre al posar mis pensamientos en ella. Me encuentro con figuras que  me parecen conocidas y vago entre ellas sin que me aíslen. Converso en un idioma en donde no se mueven los labios, ni los ojos te dicen nada en medio de esa bruma que no te permite ver el fondo de ellos. Las palabras salen, se transmiten en forma liviana cual plumas invisibles que cruzan los espacios sin alterarse, llegando al punto de la comprensión que se requiere. No me asombra esta nueva situación nunca antes practicada; al contrario, me agrada, la tomo como algo real, por supuesto, en aquel mundo de sueños.
Converso, me dicen cosas, mensajes, todos entran a mi mente claros, no hay equivocaciones, vivo en su dimensión natural. Sé que estoy dentro de sus mundos, cada sueño es uno nuevo que se mezcla con el mío.
A veces aparece una gama de radiantes colores que dejan mi alma asombrada  de tanta paz. Otros sueños vienen en blanco y negro, como si todo sucediera en una dimensión en donde pudiera ser el reino de la penumbra. Tal vez es cierto que puedo viajar, entrar en mundos paralelos que están en todas partes; sólo basta con cerrar los ojos y allí vas abriendo puertas de fáciles accesos mezclando tu vida con otras, resucitando muertos que yacían olvidados y haciendo planes locos de un futuro que está al alcance de tu mano y que puedes modelar como la arcilla. Así, suave, flexible, sale algo que toma vida, y eres tú, y soy yo mismo, te reflejas en su espejo infinito, rompiendo reglas de sentido y puedes volar sin tener alas, caer herido sin que te duelan las llagas, como si no tuvieras masa corpórea, como si sólo en ti jugara tu sombra en donde todo pasa sin tocarte. Posiblemente en esas dimensiones extrañas somos los fantasmas extraviados de nuestro mundo.
En muchas ocasiones soy el actor principal de una escena y, sin embargo, me puedo observar desde un ángulo fuera de ella, desdoblado, y entonces analizo esta situación; si no es de mi agrado la cambio, me hago invisible, atravieso las escenas sin que nada me dañe. No tengo miedo y me enfrento al peligro, lucho con fantasmas o espíritus indeseables, los desafío y entablo una pelea anónima de la que siempre salgo triunfante. En otras circunstancias me asaltan las pesadillas, entro en espacios en donde habita el terror, casas embrujadas, pisos y cosa que se mueven, de risas y llantos contenidos en sus paredes a punto de escapar. Todo mi ser se estremece ante tanto asedio. El rechazo lo llevo como un escudo y es invencible, nadie puede vencerme ni tocarme y vuelvo a mi mundo sano y salvo, despertando de un salto en la cama y prendo la luz para buscar entre los muebles, las sombras de aquellos que atravesaron conmigo desde su dimensión desquiciada. No obstante  me sereno, algo de mí sigue tocando su campana y me anuncia que pueden estar esperándome al cruzar la puerta. Mas, me calmo, seco el sudor que humedeció mis cabellos y mi pecho, respiro alivianado pensando que he huido que no pueden hacerme mal con el magnifico escudo de mi cuerpo, eso pienso para tranquilizarme. Y a pesar de mis dudas un nuevo sueño puede llevarme ante ellos y  quizás quieran cobrar venganza. Por ahora me siento invencible.
Cuando mis sueños han sido hermosos y de vivos colores, me adormezco de nuevo y los continuó, tengo esa facilidad  de proseguirlos y a pasar que han quedado interrumpidos me adentro en ellos para dales el punto final, completando sus paisajes, repasando a sus habitantes, y guardarlos en mi memoria así recordarlos durante el día.
Creo que visitamos diferentes dimensiones cada noche, después de cerrar los ojos nos desplazamos por otros mundos, muchas veces ya conocidos en sueños anteriores. Vivimos viajando de dimensión en dimensión. Quizás un día logremos  decidir a cual queremos llegar, por supuesto antes de dormir, tal vez encontremos la ideal y podamos reservarla después  de nuestra muerte corporal, porque la muerte debe ser así, dejamos este mundo de realidades (pues aún  tenemos cuerpo) para continuar en otro en donde solo nuestra sombra basta para trasladarnos a él. Por esa razón nuestra sombra va unida a nuestro cuerpo, cosida a los pies y nos acompaña día y noche, aunque en ocasiones no la veamos ella está allí pegada a nuestra masa terrenal. Entonces pienso que la muerte no es el final sino el principio de una libertad sin límites, sin esta coraza que nos retiene a la tierra, llamada cuerpo.
De pronto me han dado ganas de escribir estos sueños, uno a uno, ir guardando sus episodios, algunos inconclusos, para saber más de mis otras vidas. Sería interesante el mantener un manuscrito de ellos, leerlos de vez en cuando y si alguno ha quedado sin final poder continuarlo, o si  en estos sueños han quedado nebulosas entre sus páginas en blanco, poder rescatarlos y completar sus momentos perdidos.
Creo que mi personalidad cambia al sólo cruzar el umbral de la inconsciencia, la máscara que poseo se desvanece y puedo tomar otras personalidades sin importar el sexo, edad o tiempo. Esta propiedad que tenemos de vagar sin cuerpo es fantástica, podemos en algunas ocasiones ser el villano, la doncella, el perro, un pájaro o simplemente un árbol sin tomar su condición física de la tierra, pues no es necesario adoptar la figura terrenal, es sólo en la imaginación.
Lo más agradable que todo esto es la facilidad que tengo para viajar, una noche estoy aquí muy cerca resolviendo algún problemita y otras en otro país, en lugares que nunca antes había visitado y, no necesito dinero, ticket de avión, horas de fatiga, ya que en un sueño converso con mis padres, en otros estoy con mis hijos cuando aún estaba pequeños, vuelvo a la adolescencia, sigo estudiando, me encuentro con viejos amigos,  sigo trabajando aunque ahora este jubilado, eso es lo más maravilloso de esto. Por lo que deduzco que en esas otras dimensiones en que mi sombra cruza sin dificultad, no existe el tiempo ni el espacio, se vaga de una situación a otra, sin relojes ni reglamentos de transito, pare, continúe, no estacione aquí, pague su pasaje, nada, y siento que allí somos invencibles a los miedos terrenales. Toda aquella gama de terrores que aparecen en nuestros sueños y que han sido creadas por este cuerpo humano, su complicado cerebro, todo queda sin validez al cruzar sin masa y podemos desasirnos para siempre de ellos.
Por eso pienso que el ser humano al morir sólo deja de existir en esta realidad terrenal para penetrar a otra realidad en la dimensión permanente de los sueños. Allí continúa viviendo sin darse cuenta del cambio y vivir eternamente libre de trabas en los mundos paralelos de los sueños.


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