sábado, 15 de junio de 2019

SILENCIOSO NAUFRAGIO





La noche trenzó su nido en las cuencas de mis ojos.
Se hizo día al bostezar el alba.
Su tenue fantasma entorna sus alas
y se refugia bajo su manto.
La luz llega, mas, no la veo,
sólo la presiento cuando besa como una madre
en el fondo de mi abismo.

Su ternura es inmensa,
mira a través de mis espejos apagados,
les incita a despertar;
sin embargo, no puede,
y llora sin poder contenerse
cayendo su cascada cual rocío
sobre mi estéril farol.

Yo vago mi eterna noche
con los ojos en mis manos,
acariciando su calor en cada cosa.
Por eso, nunca cierro las ventanas,
pues la espero;
ella llega para anunciarme su día.

Así, suave, dulce y melodiosa.
Todo lo impregna de su amor,
y renace en mí, la esperanza,
en la profundidad
de mi silencioso naufragio...


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