Lo presintió desde el comienzo. Por algún motivo su
intuición le pedía estar atenta. La escalera con su habitual dibujo de piano no
inspiraba recelo, pero esta vez en su mente sentía unos acordes, cada pisada
traía un sonido, no de pasos, eso era lo intrigante, era un acorde. Pensó que estaba nerviosa desde que supo que en el cerro habían asaltado a una niña, eso
la inquietaba al extremo de estar imaginando los sonidos de un piano en cada escalón. La llovizna había comenzado,
muy suave casi imperceptible, sólo la sentía al tocar su abrigo. Descanso, el
silencio cubrió la escalera por completo. Miró su reloj iban a ser las siete de la tarde, no era tan tarde,
pero por lo gris del día estaba oscureciendo más rápido. De reojo lo
vio, o pareció ver una sombra al comienzo de la escala. No quiso voltear la
cara pero un temblor la recorrió de la cabeza a los pies.
No aguantó más y antes de
reanudar la marcha miró hacia el pie de la escalera y se sorprendió al no ver a
nadie. Oh, exclamó, pensé que alguien subía. ¿Qué extraño?, juraría que vi una
sombra. Más tranquila siguió, peldaño tras peldaño sintiendo notas musicales
muy vagas. De pronto, escuchó que tras ella
alguien subía, era obvio pues oía las notas musicales más distantes.
Apuró el paso, pero la tensión cansó su cuerpo y sintió que le faltaba el aire y tuvo que detenerse.
Tras ella sentía las pisadas y las notas
musicales.
Tomó coraje y se volvió
súbitamente para saber quién venía por la misma escalera, sin embargo
comprobó nuevamente que no había nadie
subiendo. ¿Me estaré volviendo loca, qué me pasa? ¿Por qué se me ha hecho tan
larga esta escalera? Otras veces la he subido muy rápido y no me he cansado, sin
embargo, ahora me ha parecido interminable. Respiró profundamente y trató de
serenarse, mas, en ese momento, sintió
algo como una mano deslizarse por su pierna, dio un grito al tiempo
que daba un salto. Su corazón
golpeaba su pecho por la emoción, miró hacia abajo y lo vio, un gato negro de
ojos amarillos la miraba expectante. Siguió subiendo hasta alcanzar el final de
la escalera y desde allí se volteó para observar al gato, pero éste ya no
estaba. Ahora, el piano dibujado en los escalones movía
sus teclas con una música desconocida para ella. La mujer con los ojos
desorbitados corrió por la solitaria calle hasta llegar exhausta a su
domicilio. ¿Qué te pasa hija por qué vienes tan asustada? ¡La escalera madre!,
la escalera…
¿La escalera, dices?, ah, la gente
murmura que de vez en cuando se escucha un piano tocar por las noches, ¿lo has
oído hija?...
Andrea Faulkner Jijiji muy bueno!!
ResponderEliminarmuchas gracias Andreita, besitos
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