Ando buscando
algo que no sé que es, ¿tal vez una visión? Mas, no lo encuentro a pesar de
caminar por todos lados. Miro y observo hasta en las fisuras del pavimento, en
algún recoveco olvidado. A veces creo estar cerca, casi lo hallo, pero de nuevo
se nubla la imagen y lo pierdo sin encontrarlo. Se esconde bajo la piel de las
mañanas y por las noches aparece
disfrazado de olvido.
¿Dónde
está? Estoy cansado, melancólico, afanado por hallar el hilo mágico que te atraerá hacia mí.
¿Quién
eres?, me tienes ensimismado en este juego de adivinar tu paradero, mientras mi corazón circunnavega
en el filo de un precipicio, atraído por el canto del mirlo y tus mensajes
agoreros llenos de plácidos vaticinios.
A
veces hago como que busco apoyado en el umbral del recuerdo, miro a través de
la lluvia, una silueta, una voz que me hechiza y comienzo de nuevo a escalar el
crepúsculo con las ansias de encontrar
lo que tanto anhelo, abrazarte entre mis memorias vacías y fundirme en
tu regazo.
Como
un náufrago afirmado a un madero salvador,
cruzo el océano del silencio. Navego sin brújula, guiado sólo por el candil de tu recuerdo y llevo en
mis pensamientos el profundo deseo de terminar esta odisea en tu búsqueda. Qué
más da si he perdido la ruta, el sutil aliento de tu boca, la calidez sensual
de tu piel. Pero eso es parte del enigma de tenerte en un sueño y después abrir los ojos en una soledad de
muerte. Y a pesar de todo, del inmenso abismo que me circunvuela atándome en su
interminable círculo, lucho por alcanzarte, por hacerte realidad.
Ya no
sé en qué tiempo me encuentro, el espejo se
me hace infinito, un aleph con sus
múltiples puertas, un laberinto que abre sus fauces invitándome a
continuar la búsqueda de ese deseo
anidado en mi delirio.
A
veces despierto de mi letargo y me siento cansado de tanto merodear lo
imposible, buscar algo que me ata, y me
obliga a no despertar saltando de un sueño a otro, como un pordiosero en busca
de lo imposible, un espejismo en medio de un árido desierto, escarbando en
dunas de arena el oasis de tus pechos,
el perlado sudor de tu cuerpo, mas, sigo aquí, inmóvil, enlazado a un espejismo
sin encontrar el camino a la certeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario